martes, 31 de julio de 2018

CONSUMO Y MERCADO

 En relación al consumo y el mercado:  JÓVENES Y CONSUMOS CULTURALES 
  
Los años de la década de 1990 mostraron las consecuencias de políticas neoliberales y junto a ellas la globalización supuso la interacción entre las actividades económicas y la cultura,planteando un nuevo escenario sociocultural. Algunas de las características que mostró ese escenario incluyeron:

  • la pérdida de peso de los organismos locales ante los grupos de empresas  transnacionales; 
  • el redimensionamiento de la noción de espacio;
  • la reelaboración del sentido de identidad nacional; 
  • la desterritorialización y la posibilidad de incorporar en su vida cotidiana medios electrónicos e informáticos que permiten superar los límites geográficos y temporales. 
Esta reestructuración de las prácticas económicas y culturales genera nuevas prácticas sociales. Como expresó García Canclini (1995) “en el momento en que estamos saliendo del siglo XX las sociedades se reorganizan para hacernos consumidores del siglo XXI y regresarnos como ciudadanos al XVII."

Consumir es un conjunto de procesos socioculturales. No son las necesidades individuales las que determinan qué, cómo y quiénes consumen. La distribución de los bienes está condicionada por los ciclos de producción y reproducción social e implica participar en un escenario de disputas por lo que la sociedad produce y los modos de usarlo. Asimismo, en las sociedades contemporáneas, la racionalidad de las relaciones sociales se construye en gran parte para apropiarse de los medios de distinción simbólica (García Canclini; 1994) Bourdieu (1996:134) afirma que el consumo conlleva símbolos, signos, ideas y valores y todos ellos son el producto de los condicionamientos de clase y de los habitus, o sea de las estructuras mentales a través de las cuales se aprehenden el mundo social y orientan las prácticas. Los diferentes objetos de consumo funcionan como signos distintivos y como símbolos de distinción. García Canclini (1993:34) por su parte sostiene que “es posible definir la particularidad del consumo cultural como el conjunto de procesos de apropiación y uso de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio o dónde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica”. 

Emilia Bermúdez (2001:11) propone definir el consumo cultural, “como un proceso en el que los actores sociales se apropian y hacen circular los objetos atendiendo a su valor simbólico y a través de este valor simbólico interactúan, resignifican y asignan sentido a sus relaciones y construyen sus identidades y diferencias”. 

La educación es un elemento esencial del desarrollo cultural. Las instituciones educativas no sólo forman parte de las consideradas instituciones dominantes que contribuyen en la adquisición y desarrollo de las identidades sociales, sino también sus organizaciones instituidas – escuelas, universidades- son los espacios apropiados para la creación, desarrollo y difusión del conocimiento. Los actores sociales son quienes ponen en acción los mecanismos que permiten la construcción de esos espacios sociales. Los jóvenes son parte del entramado social y, como colectivo sociogeneracional, presenta sus peculiaridades. Por consiguiente, los consumos culturales de los jóvenes constituyen el conjunto de elementos y prácticas socioculturales de las cuales se van apropiando a partir de su valor simbólico, más que de su valor de uso. Estos consumos determinan modos de acción y afectan la identidad social al tiempo que actúan como elementos de distinción. 

La vida cotidiana es una esfera en construcción todo hombre al nacer se incorpora a un mundo que preexiste. No se cuestiona la presencia de otros ya que desde el comienzo es un mundo intersubjetivo, compartido, experimentado e interpretado con los semejantes. (Schütz, A: 1993) Esta esfera es la que corresponde al mundo de la vida cotidiana que constituye el centro de la historia por ser la verdadera esencia de la sustancia social. (Heller, A: 1985) 

El hombre participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su personalidad y su individualidad. Desde esta perspectiva ella supera el espacio doméstico y la heterogeneidad que caracteriza su estructura permite su comprensión como un espacio de atravesamiento y relaciones que mutuamente se influyen y modifican. El acercamiento al nuevo espacio de análisis puede ser efectuado desde la comprensión ingenua que se ejercita en la vida diaria o desde la comprensión que proviene desde las ciencias sociales. La diferencia sustancial entre ambas miradas está dada en que en el primer acercamiento la vida cotidiana se limita a ser vivenciada, mientras que al realizar la comprensión como cientista social implica reflexionar sobre la misma. Al considerarla una categoría de análisis se la define como un espacio de construcción y atravesamiento donde el hombre va conformando la subjetividad y la identidad social. (Castro, G: 1999).

 De ello se desprende que una de sus características esenciales se refiere al dinamismo de su construcción y a la influencia de aspectos que provienen de condiciones externas al individuo: factores socioeconómicos, políticos y culturales. En ese espacio el hombre conformará su subjetividad, esto es, el proceso de construcción del propio yo, que al decir de Castoriadis (1993) implica un proyecto social histórico. La subjetividad es algo que debe ser creado y mantenido habitualmente por el individuo. Este proyecto sobrepasa la intersubjetividad ya que pone en juego la autonomía psíquica de la persona y la existencia de pluralidades sociales con las normas y valores que son reflejo de cada etapa histórica.  

La identidad social, por su parte, se va formando a partir de la influencia que las instituciones dominantes ejercen en cada persona (Castro, G; 2000) Entre estas instituciones se incluyen: la familia, la educación, la religión, la sociedad civil (la política, medios de comunicación, instituciones sociales). A través de los procesos de socialización cada una de ellas transmite valores, actitudes, modos de actuar que cada persona incorpora como propio y actúa en consecuencia. De esta manera y a lo largo de su vida, cada persona podrá adquirir las identidades sociales que su propio desarrollo sociocultural le ofrezca. Ambas instancias, la subjetividad y la identidad social, comparten una esfera común de construcción: la vida cotidiana, la cual se manifiesta en los siguientes ámbitos de heterogeneidad: a) laboral; b) familiar; c) cultural; d) sociedad civil; e) personal (Castro, G;1999). Cada uno de estos ámbitos se relacionan entre sí, de modo tal que una alteración o modificación en alguno de ellos, impactará en la organización y desarrollo de los otros. Como afirma Rossana Reguillo (2000) “La vida cotidiana se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en su compleja pluralidad de símbolos y de interacciones”.

Observar los siguientes videos:




 

Actividad:

1- Leer el marco teórico publicado. 
2- Con el objetivo de que puedan seguir conociendo sobre los consumos culturales, deberán realizar una entrevista a dos personas. Un adolescente y un adulto (mayor de 55 años), donde tendrán que hacerles entre 6 y 10 preguntas relativas a sus consumos culturales pasados y actuales (rock, shoppings, kioscos, bares, libros, comics, cines, discotecas, internet, facebook, chat, videojuegos, etc.). Primero desgrabarán ambas entrevistas y luego deberán escribir una síntesis reflexiva final sobre consumos culturales destacando las cualidades y características que encuentren entre sus entrevistados.  
3- Desgrabar la entrevista  para presentarla.
4- Fecha de entrega:
Recuerden que los trabajos deben ser entregados en tiempo y forma.

martes, 10 de julio de 2018

ESTEREOTIPOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Un estereotipo es una representación repetida frecuentemente que convierte algo complejo en algo simple, es un proceso reduccionista que suele distorsionar lo que representa, porque depende de un proceso de selección, categorización y generalización, donde por definición se debe hacer énfasis en algunos atributos en detrimento de otros. Simplifica y recorta lo real. Tiene un carácter automático, trivial, reductor.

Los estereotipos son conceptos de un grupo, lo que un grupo piensa de otro/s. Lleva necesariamente implícito en su existencia un consenso. A través de la simplificación y la generalización, nos permiten organizar la información del mundo que nos rodea. Sirven para establecer marcos de referencia y son una forma de orientar nuestras percepciones.

Las características que se seleccionan para categorizar los grupos tienen inevitablemente un anclaje con la realidad, no son inventadas o falsas, pero se escogen algunas entre una lista enorme de posibilidades. Esta selección se basa en una serie de prejuicios sobre el grupo a analizar. El problema está en que la selección de rasgos distintivos de los otros, realizada por un sector dominante, se acepta como representativa: mujeres - débiles, gallegos - brutos, judíos - tacaños, inmigrantes - ilegales, bailarines homosexuales,  son algunos ejemplos de categorías creadas desde el prejuicio, que al repetirse de manera constante se naturaliza. La fuerza del estereotipo se mide en relación directa con el grado en que éste es percibido como representación válida de la realidad. A partir de ahí se difunde efectivamente y se auto-reproduce.

Los estereotipos tienen éxito cuando actúan con “naturalidad”, es decir, cuando se incorporan al sentido común como naturales y obvios. En general, presentan creencias inconscientes, compartidas por la sociedad, que ocultan los juicios de valor que emiten. Se convierten en las formas “lógicas” y “normales” de pensar, de hablar, de hacer chistes. Se transforman en lo más natural. En el uso cotidiano apenas se reconocen y mucho menos se cuestionan los juicios de valor que se emiten. Lo que se pone en juego aquí, entonces, es cómo un grupo juzga a otros grupos.  La credibilidad y el uso colectivo refuerzan su persistencia.

Otra razón por la que los estereotipos tienen éxito es porque evitan el esfuerzo de pensar en forma compleja. Son simples, fácilmente reconocibles y significan más o menos lo mismo para todos. Los estereotipos funcionan de este modo como una forma más de violencia simbólica, la forma de violencia que se ejerce con la aceptación tácita de quien la padece. Se trata de una violencia que se desconoce como tal. A menudo los que la ejercen, tanto como los que la sufren, no son conscientes de practicarla o padecerla.

La dominación simbólica se vuelve sumamente eficaz y se ejerce de manera suave e invisible: “es algo que se absorbe como el aire, algo por lo que no te sientes presionado; está en todas partes y en ninguna, y escapar de ella es muy difícil”.

Existen ejemplos donde los estereotipos no se adecuan a lo real, porque no hay un conocimiento efectivo previo. En este caso los medios son los mediadores absolutos y las fuentes esenciales de información para el conocimiento de “lo otro”. El impacto de estas representaciones resulta poderoso sobre todo respecto de los grupos de los que no se tiene un conocimiento directo.

Pero los estereotipos no impactan exclusivamente en estos casos, demuestran también su eficacia aun con las representaciones que nos hacemos de aquellos grupos o sectores con los que se tiene contacto cotidiano. Un ejemplo conocido es la repetición multiplicada hasta el infinito que impone un determinado modelo de belleza de cuerpo femenino.

En los medios masivos, la búsqueda de sensacionalismo, que antes estaba circunscripta a un tipo particular de periodismo, se extendió y ahora es muy difícil distinguir lo “serio” de lo “amarillo”. La búsqueda de audiencia y rating lleva a imponer lo espectacular y extraordinario. El uso de estereotipos en los medios está íntimamente ligado a esta situación del mercado. Cuanto más amplio es el público al que se quiere acceder, más superficial serán los contenidos y las formas a emitir: se homogeneiza la información, se banaliza, se ignoran los conflictos, se esquivan las contradicciones y se reproducen las simplificaciones.

Para lograr el éxito de una comedia de TV, por ejemplo, se necesita el rápido reconocimiento de los personajes por parte de la audiencia. Los estereotipos aquí funcionan como atajos. Aunque uno se pierda varios capítulos, se reconoce inmediatamente al personaje y se puede continuar viendo la tira. Parte del éxito es que el público reconoce estas tipologías.

Veamos cómo funciona un estereotipo con dos ejemplos particulares: el caso de los cartoneros y el de los piqueteros. Lo primero que hace una visión estereotipada de un grupo es identificar determinada condición social y realizar una evaluación que puede ser negativa o positiva. El funcionamiento es el mismo, aunque siempre es menor la cantidad de representaciones positivas: los cartoneros son representados como chorros, sucios o gente que ensucia, que no quiere trabajar, son inferiores cultural y socialmente, son merecedores de su destino, o por el contrario, son buena gente que no tiene trabajo, ejemplo de gente luchadora, personas con mala suerte en la vida. En el caso de los piqueteros, estos son representados como violentos que desprecian la propiedad privada, impiden la libre circulación del tránsito, rompen las reglas de convivencia, se ocultan tras pasamontañas, o por el contrario, son luchadores incansables, familias desprotegidas. En todos los ejemplos, la representación es homogénea y se presentan sus características como innatas. Se invierten los efectos de una determinada situación social y se transforman en esencia, se ocultan las condiciones materiales que dan como resultado determinada situación social. En definitiva, se oculta la historia. Los medios pasan de un tipo de representación a otra, según más les convenga. Se pasa de “demostrar” con un caso individual cómo los cartoneros son buenos, sensibles, trabajadores, que han tenido mala suerte en la vida, a publicar con letras catástrofe que fue encontrado un cartonero que escondía un arma en el carrito.

El estereotipo esquematiza y categoriza, pero esos procedimientos son indispensables para la cognición. Aun cuando conduzcan a simplificaciones y generalizaciones excesivas, son un paso necesario para toda comprensión. Necesitamos relacionar lo que vemos con modelos preexistentes. Esos modelos preexistentes son parte de nuestras categorías de percepción, esas estructuras invisibles que organizan lo percibido y determinan lo que se ve y lo que no. Lo que vemos es lo que nuestra cultura, nuestro carácter de clase, nuestra historia, nuestra familia, entre otros factores, ha definido previamente por nosotros. Son los principios de visión y división.


Fuentes: Amossy, Ruth y Herschberg Pierrot, Anne. Estereotipos y clichés (2001).
 Bourdieu, Pierre, Sobre la TV (1997).
 GRamarnik (2010)

viernes, 6 de julio de 2018

IDENTIDAD, MEDIOS Y FUTBOL


LA IDENTIDAD NACIONAL, LOS MEDIOS Y EL MUNDIAL DE FÚTBOL

El martes 30 de junio de 1998, la Argentina mostraba sus calles casi desiertas. En bares, oficinas o en las casas, la mayoría de los argentinos se agrupaba frente a algún televisor. Los seleccionados de fútbol de Argentina e Inglaterra disputaban un partido con motivo del Campeonato Mundial de Francia. Cuando el silbato del árbitro marcó el final del encuentro y el triunfo para el equipo argentino, las calles se llenaron nuevamente de gente: hombres, mujeres, niños, jóvenes, profesionales, amas de casa, estudiantes, obreros. En las calles dominaba el celeste y blanco de las banderas. Una lluvia de papelitos, sumada al ruido de las bocinas, bombos y cornetas, acompañó los saltos junto al grito “el que no salta es un inglés”. ¿Por qué personas tan distintas entre sí, con historias individuales tan diferentes y únicas, que no se conocían ni se habían visto jamás, se expresaban de manera casi idéntica frente al triunfo del seleccionado nacional? ¿Qué los unía? La respuesta resulta casi obvia. “Todos somos argentinos. Cómo no vamos a festejar un triunfo del seleccionado.”

Desde chicos, aprendemos de la sociedad y de los medios cuál es nuestra identidad nacional. Anuncios publicitarios, telenovelas, fotografías, películas y noticieros, construyen constantemente nuestra identidad. Sin duda, nacer en un determinado país o región, identificarnos con sus símbolos patrios, hablar una lengua común, adquirir costumbres similares, apoyar a la selección nacional de fútbol, son elementos que funcionan como puntos de referencia en torno de los cuales se construyen las identidades.

Todos nosotros nos desarrollamos como sujetos sociales dentro de un particular contexto cultural y, en ese proceso, nos apropiamos de un conjunto de significados comunes que nos permiten interpretar el mundo de manera más o menos similar, expresar nuestras ideas y sentimientos de un modo que pueda ser comprendido por quienes nos rodean.
La identidad es, al mismo tiempo, una forma de expresión de la cultura en que vivimos y un elemento fundamental en su reproducción. Porque la identidad es la cultura internalizada en nosotros mismos, apropiada bajo la forma de conceptos, ideas, imágenes que determinan una manera de ser y de hacer particulares, que trasmitimos de generación en generación. La identidad no es genética, no nacemos con ella, es una construcción social. La aprendemos en el hogar, en la escuela, en el club, en la calle; la construimos en todos los ámbitos en los que nos interrelacionamos socialmente. En la escuela, por ejemplo, las imágenes de los libros de textos, los relatos históricos, los festejos, los juegos en los recreos, posibilitan la apropiación de una identidad cultural compartida. Los medios, nos sugieren qué pensar, qué sentir, qué creer, qué desear y qué temer. Nos muestran cómo vestirnos, qué consumir, de qué manera evitar el fracaso y cómo reaccionar ante miembros de grupos sociales diferentes al nuestro. Los medios nos ofrecen modelos de identidad individual, nacional y cultural, aun cuando no necesariamente los tomemos tal cual nos son propuestos. Los modelos que se ofrecen no son únicos sino diversos y a veces contradictorios.

La identidad nacional, entonces, se construye sobre la memoria colectiva común, expresada a través de las tradiciones, la historia compartida y las relaciones sociales cotidianas. Esto nos permite pensar la identidad nacional como una construcción social, dinámica y cambiante. Y que, por lo tanto, puede ser sujeta a análisis y transformación. Existe otro aspecto de la identidad que es importante analizar: aquel que vincula la identidad con la diferencia. En la construcción de la identidad de cualquier grupo social, al mismo tiempo que se conforma un nosotros toma forma un otro, con atributos y cualidades que hacen a esos otros distintos de nosotros.

¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en relación con la construcción de nuestra identidad? Los medios –como dijimos– participan activamente en la conformación de nuestra identidad en la medida en que influyen sobre la idea de un nosotros, que es distinto de un los otros. Los medios participan en la construcción de la idea de nacionalidad, raza, género, etc. Analizar la manera en que los medios hablan de “nosotros” y de “los otros” es fundamental para comprender la manera en que los medios construyen representaciones del mundo. Podremos entonces preguntarnos frente a cualquier mensaje de los medios: ¿Cómo hablan los medios acerca de “mí” o de “nosotros”? ¿Cuál es el nosotros al que pertenezco? ¿Quiénes son los otros? ¿Cómo son representados? Aquí, podemos preguntarnos sobre la manera en que la radio, el diario, la televisión e Internet hablan de los diferentes países que participan del Mundial de Fútbol. ¿Qué es una nación y cómo es entendida? ¿Cómo representan sus culturas? ¿Qué aspectos destacan de ellas? ¿Qué dicen de “los europeos”, “los africanos”, “los asiáticos”, “los latinoamericanos” que participan del Mundial de Fútbol?

ACTIVIDAD
LA IDENTIDAD NACIONAL Y EL MUNDIAL DE FÚTBOL






1)     Pensá y hacé una lista con algunos elementos a partir de los cuales nos reconocemos como “argentinos”.
2)     ¿Cómo creés que nos perciben a los argentinos en otras partes del mundo?
3)     Mirá estas dos publicidades sobre el mundial:
a)     ¿Qué dicen y cómo muestran a “los argentinos”?
b)    ¿Pensás que en ellas se representa la diversidad? ¿Por qué?
c)     ¿Te emocionaste al verlas? ¿Qué momentos o elementos te hicieron emocionar?
d)    ¿Por qué creés que apelan tanto a los sentimientos?
4)     Si tuvieras que crear un “spot” publicitario, evocando la identidad nacional durante el mundial ¿Cómo lo harías? ¿Qué elementos incluirías? (Hacé una breve descripción, o un “mini-guión”). ¿Se te ocurre un “slogan”?
5)     ¿A partir de lo trabajado,  cómo creés que se relacionan los Medios, el Mundial de Fútbol y la identidad nacional?
6)      ¿Pensás que un Mundial de Fútbol integra a la gente de una nación? ¿Nos une o nos separa más respecto de las personas de otros paises?
7)     ¿Te pusiste contento cuando Brasil fue eliminado en el mundial pasado, o cuando Chile no clasificó para éste? ¿Por qué creés que pasa esto? ¿Qué pasa con la “identidad latinoamericana”?
8)     ¿Te sentís “más argentino” durante los mundiales? ¿En qué otros momentos sentís la “identidad nacional”?
9)     El Mundial de 1978 se utilizó para ocultar o invisibilizar hechos atroces que ocurrían en el país, durante la dictadura ¿Qué fenómenos sociales y políticos te parece que este Mundial de 2018 podría llegar a estar “ocultando”?
10)  Leé el pequeño texto de Eduardo Galeano ¿Qué dice el autor acerca del fútbol y la identidad?

 “Un vacío asombroso: la historia oficial ignora al fútbol. Los textos de historia contemporánea no lo mencionan, ni de paso, en países donde el fútbol ha sido y sigue siendo un signo primordial de identidad colectiva. Juego, luego soy: el estilo de jugar es un modo de ser, que revela el perfil propio de cada comunidad y afirma su derecho a la diferencia. Dime cómo juegas y te diré quién eres: Hace ya muchos años que se juega al fútbol de diversas maneras, expresiones diversas de la personalidad de cada pueblo, y el rescate de esa diversidad me parece, hoy día, más necesario que nunca”.