martes, 10 de julio de 2018

ESTEREOTIPOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Un estereotipo es una representación repetida frecuentemente que convierte algo complejo en algo simple, es un proceso reduccionista que suele distorsionar lo que representa, porque depende de un proceso de selección, categorización y generalización, donde por definición se debe hacer énfasis en algunos atributos en detrimento de otros. Simplifica y recorta lo real. Tiene un carácter automático, trivial, reductor.

Los estereotipos son conceptos de un grupo, lo que un grupo piensa de otro/s. Lleva necesariamente implícito en su existencia un consenso. A través de la simplificación y la generalización, nos permiten organizar la información del mundo que nos rodea. Sirven para establecer marcos de referencia y son una forma de orientar nuestras percepciones.

Las características que se seleccionan para categorizar los grupos tienen inevitablemente un anclaje con la realidad, no son inventadas o falsas, pero se escogen algunas entre una lista enorme de posibilidades. Esta selección se basa en una serie de prejuicios sobre el grupo a analizar. El problema está en que la selección de rasgos distintivos de los otros, realizada por un sector dominante, se acepta como representativa: mujeres - débiles, gallegos - brutos, judíos - tacaños, inmigrantes - ilegales, bailarines homosexuales,  son algunos ejemplos de categorías creadas desde el prejuicio, que al repetirse de manera constante se naturaliza. La fuerza del estereotipo se mide en relación directa con el grado en que éste es percibido como representación válida de la realidad. A partir de ahí se difunde efectivamente y se auto-reproduce.

Los estereotipos tienen éxito cuando actúan con “naturalidad”, es decir, cuando se incorporan al sentido común como naturales y obvios. En general, presentan creencias inconscientes, compartidas por la sociedad, que ocultan los juicios de valor que emiten. Se convierten en las formas “lógicas” y “normales” de pensar, de hablar, de hacer chistes. Se transforman en lo más natural. En el uso cotidiano apenas se reconocen y mucho menos se cuestionan los juicios de valor que se emiten. Lo que se pone en juego aquí, entonces, es cómo un grupo juzga a otros grupos.  La credibilidad y el uso colectivo refuerzan su persistencia.

Otra razón por la que los estereotipos tienen éxito es porque evitan el esfuerzo de pensar en forma compleja. Son simples, fácilmente reconocibles y significan más o menos lo mismo para todos. Los estereotipos funcionan de este modo como una forma más de violencia simbólica, la forma de violencia que se ejerce con la aceptación tácita de quien la padece. Se trata de una violencia que se desconoce como tal. A menudo los que la ejercen, tanto como los que la sufren, no son conscientes de practicarla o padecerla.

La dominación simbólica se vuelve sumamente eficaz y se ejerce de manera suave e invisible: “es algo que se absorbe como el aire, algo por lo que no te sientes presionado; está en todas partes y en ninguna, y escapar de ella es muy difícil”.

Existen ejemplos donde los estereotipos no se adecuan a lo real, porque no hay un conocimiento efectivo previo. En este caso los medios son los mediadores absolutos y las fuentes esenciales de información para el conocimiento de “lo otro”. El impacto de estas representaciones resulta poderoso sobre todo respecto de los grupos de los que no se tiene un conocimiento directo.

Pero los estereotipos no impactan exclusivamente en estos casos, demuestran también su eficacia aun con las representaciones que nos hacemos de aquellos grupos o sectores con los que se tiene contacto cotidiano. Un ejemplo conocido es la repetición multiplicada hasta el infinito que impone un determinado modelo de belleza de cuerpo femenino.

En los medios masivos, la búsqueda de sensacionalismo, que antes estaba circunscripta a un tipo particular de periodismo, se extendió y ahora es muy difícil distinguir lo “serio” de lo “amarillo”. La búsqueda de audiencia y rating lleva a imponer lo espectacular y extraordinario. El uso de estereotipos en los medios está íntimamente ligado a esta situación del mercado. Cuanto más amplio es el público al que se quiere acceder, más superficial serán los contenidos y las formas a emitir: se homogeneiza la información, se banaliza, se ignoran los conflictos, se esquivan las contradicciones y se reproducen las simplificaciones.

Para lograr el éxito de una comedia de TV, por ejemplo, se necesita el rápido reconocimiento de los personajes por parte de la audiencia. Los estereotipos aquí funcionan como atajos. Aunque uno se pierda varios capítulos, se reconoce inmediatamente al personaje y se puede continuar viendo la tira. Parte del éxito es que el público reconoce estas tipologías.

Veamos cómo funciona un estereotipo con dos ejemplos particulares: el caso de los cartoneros y el de los piqueteros. Lo primero que hace una visión estereotipada de un grupo es identificar determinada condición social y realizar una evaluación que puede ser negativa o positiva. El funcionamiento es el mismo, aunque siempre es menor la cantidad de representaciones positivas: los cartoneros son representados como chorros, sucios o gente que ensucia, que no quiere trabajar, son inferiores cultural y socialmente, son merecedores de su destino, o por el contrario, son buena gente que no tiene trabajo, ejemplo de gente luchadora, personas con mala suerte en la vida. En el caso de los piqueteros, estos son representados como violentos que desprecian la propiedad privada, impiden la libre circulación del tránsito, rompen las reglas de convivencia, se ocultan tras pasamontañas, o por el contrario, son luchadores incansables, familias desprotegidas. En todos los ejemplos, la representación es homogénea y se presentan sus características como innatas. Se invierten los efectos de una determinada situación social y se transforman en esencia, se ocultan las condiciones materiales que dan como resultado determinada situación social. En definitiva, se oculta la historia. Los medios pasan de un tipo de representación a otra, según más les convenga. Se pasa de “demostrar” con un caso individual cómo los cartoneros son buenos, sensibles, trabajadores, que han tenido mala suerte en la vida, a publicar con letras catástrofe que fue encontrado un cartonero que escondía un arma en el carrito.

El estereotipo esquematiza y categoriza, pero esos procedimientos son indispensables para la cognición. Aun cuando conduzcan a simplificaciones y generalizaciones excesivas, son un paso necesario para toda comprensión. Necesitamos relacionar lo que vemos con modelos preexistentes. Esos modelos preexistentes son parte de nuestras categorías de percepción, esas estructuras invisibles que organizan lo percibido y determinan lo que se ve y lo que no. Lo que vemos es lo que nuestra cultura, nuestro carácter de clase, nuestra historia, nuestra familia, entre otros factores, ha definido previamente por nosotros. Son los principios de visión y división.


Fuentes: Amossy, Ruth y Herschberg Pierrot, Anne. Estereotipos y clichés (2001).
 Bourdieu, Pierre, Sobre la TV (1997).
 GRamarnik (2010)

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