Un
estereotipo es una representación repetida frecuentemente que convierte algo
complejo en algo simple, es un proceso reduccionista que suele distorsionar lo
que representa, porque depende de un proceso de selección, categorización y
generalización, donde por definición se debe hacer énfasis en algunos atributos
en detrimento de otros. Simplifica y recorta lo real. Tiene un carácter
automático, trivial, reductor.
Los
estereotipos son conceptos de un grupo, lo que un grupo piensa de otro/s. Lleva
necesariamente implícito en su existencia un consenso. A través de la
simplificación y la generalización, nos permiten organizar la información del
mundo que nos rodea. Sirven para establecer marcos de referencia y son una forma
de orientar nuestras percepciones.
Las
características que se seleccionan para categorizar los grupos tienen
inevitablemente un anclaje con la realidad, no son inventadas o falsas, pero se
escogen algunas entre una lista enorme de posibilidades. Esta selección se basa
en una serie de prejuicios sobre el grupo a analizar. El problema está
en que la selección de rasgos distintivos de los otros, realizada por un sector
dominante, se acepta como representativa: mujeres - débiles, gallegos - brutos,
judíos - tacaños, inmigrantes - ilegales, bailarines homosexuales, son algunos ejemplos de categorías creadas
desde el prejuicio, que al repetirse de manera constante se naturaliza. La
fuerza del estereotipo se mide en relación directa con el grado en que éste es percibido
como representación válida de la realidad. A partir de ahí se difunde
efectivamente y se auto-reproduce.
Los
estereotipos tienen éxito cuando actúan con “naturalidad”, es decir, cuando se
incorporan al sentido común como naturales y obvios. En general, presentan
creencias inconscientes, compartidas por la sociedad, que ocultan los juicios
de valor que emiten. Se convierten en las formas “lógicas” y “normales” de
pensar, de hablar, de hacer chistes. Se transforman en lo más natural. En el
uso cotidiano apenas se reconocen y mucho menos se cuestionan los juicios de
valor que se emiten. Lo que se pone en juego aquí, entonces, es cómo un grupo
juzga a otros grupos. La credibilidad y
el uso colectivo refuerzan su persistencia.
Otra
razón por la que los estereotipos tienen éxito es porque evitan el esfuerzo de
pensar en forma compleja. Son simples, fácilmente reconocibles y significan más
o menos lo mismo para todos. Los estereotipos funcionan de este modo como una
forma más de violencia simbólica, la forma de violencia que se ejerce
con la aceptación tácita de quien la padece. Se trata de una violencia que se
desconoce como tal. A menudo los que la ejercen, tanto como los que la sufren,
no son conscientes de practicarla o padecerla.
La dominación simbólica se vuelve sumamente
eficaz y se ejerce de manera suave e invisible: “es algo que se absorbe como el
aire, algo por lo que no te sientes presionado; está en todas partes y en
ninguna, y escapar de ella es muy difícil”.
Existen ejemplos donde los estereotipos no se
adecuan a lo real, porque no hay un conocimiento efectivo previo. En este caso
los medios son los mediadores absolutos y las fuentes esenciales de información
para el conocimiento de “lo otro”. El impacto de estas representaciones resulta
poderoso sobre todo respecto de los grupos de los que no se tiene un conocimiento
directo.
Pero los estereotipos no impactan
exclusivamente en estos casos, demuestran también su eficacia aun con las
representaciones que nos hacemos de aquellos grupos o sectores con los que se
tiene contacto cotidiano. Un ejemplo conocido es la repetición multiplicada hasta
el infinito que impone un determinado modelo de belleza de cuerpo femenino.
En los medios masivos, la búsqueda de
sensacionalismo, que antes estaba circunscripta a un tipo particular de
periodismo, se extendió y ahora es muy difícil distinguir lo “serio” de lo
“amarillo”. La búsqueda de audiencia y rating lleva a imponer lo
espectacular y extraordinario. El uso de estereotipos en los medios está íntimamente
ligado a esta situación del mercado. Cuanto más amplio es el público al que se
quiere acceder, más superficial serán los contenidos y las formas a emitir: se
homogeneiza la información, se banaliza, se ignoran los conflictos, se esquivan
las contradicciones y se reproducen las simplificaciones.
Para
lograr el éxito de una comedia de TV, por ejemplo, se necesita el rápido
reconocimiento de los personajes por parte de la audiencia. Los estereotipos
aquí funcionan como atajos. Aunque uno se pierda varios capítulos, se reconoce
inmediatamente al personaje y se puede continuar viendo la tira. Parte del
éxito es que el público reconoce estas tipologías.
Veamos
cómo funciona un estereotipo con dos ejemplos particulares: el caso de los
cartoneros y el de los piqueteros. Lo primero que hace una visión
estereotipada de un grupo es identificar determinada condición social y
realizar una evaluación que puede ser negativa o positiva. El
funcionamiento es el mismo, aunque siempre es menor la cantidad de
representaciones positivas: los cartoneros son representados como chorros,
sucios o gente que ensucia, que no quiere trabajar, son inferiores cultural y socialmente,
son merecedores de su destino, o por el contrario, son buena gente que no tiene
trabajo, ejemplo de gente luchadora, personas con mala suerte en la vida. En el
caso de los piqueteros, estos son representados como violentos que desprecian
la propiedad privada, impiden la libre circulación del tránsito, rompen las
reglas de convivencia, se ocultan tras pasamontañas, o por el contrario, son
luchadores incansables, familias desprotegidas. En todos los ejemplos, la representación
es homogénea y se presentan sus características como innatas. Se invierten
los efectos de una determinada situación social y se transforman en esencia,
se ocultan las condiciones materiales que dan como resultado determinada
situación social. En definitiva, se oculta la historia. Los medios pasan de un
tipo de representación a otra, según más les convenga. Se pasa de “demostrar”
con un caso individual cómo los cartoneros son buenos, sensibles, trabajadores,
que han tenido mala suerte en la vida, a publicar con letras catástrofe que fue
encontrado un cartonero que escondía un arma en el carrito.
El
estereotipo esquematiza y categoriza, pero esos procedimientos son
indispensables para la cognición. Aun cuando conduzcan a simplificaciones y
generalizaciones excesivas, son un paso necesario para toda comprensión.
Necesitamos relacionar lo que vemos con modelos preexistentes. Esos modelos
preexistentes son parte de nuestras categorías de percepción, esas estructuras invisibles
que organizan lo percibido y determinan lo que se ve y lo que no. Lo que vemos
es lo que nuestra cultura, nuestro carácter de clase, nuestra historia, nuestra
familia, entre otros factores, ha definido previamente por nosotros. Son los
principios de visión y división.
Fuentes:
Amossy, Ruth y Herschberg Pierrot, Anne. Estereotipos y clichés (2001).
Bourdieu,
Pierre, Sobre la TV (1997).
GRamarnik (2010)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario